El cuento de la criada


Margaret Atwood
Fotografía: George Whiteside

El cuento de la criada, de Margaret Atwood, publicada en 1985, podría englobarse dentro del género distópico. En un futuro poco prometedor, muchas de las mujeres son criadas; mujeres al servicio exclusivo de un sistema gobernado por hombres.

Descarto aquí mi valoración sobre su adaptación a la serie de televisión adaptada y distribuída por HBO. Poca opinión puedo daros sobre la misma, pues la dejé nada más ver el primer capítulo, comprobando que su protagonista era un personaje demasiado activo, muy contrario al de la novela, que es precisamente pasivo y reflexivo, centrado en el presente y el pasado. Entiendo su intención, pues todo personaje cinematográfico debe moverse para conseguir una narrativa efectiva. Nada más allá de eso.

El cuento de la criada es una historia muy cruda en la que su personaje principal tiene muy pocas probabilidades de sobrevivir ante un sistema dictatorial donde su principal función es procrear. Y comparte techo con otras compañeras destinadas también a tal objeto. A servir y a procrear. 

Dentro de este mundo distópico creado por la escritora, la protagonista encuentra en todo tipo de fuentes tangibles y humanas una posible escapatoria, que no dejará de valorar hasta el final. Su pasado, su personalidad y sus experiencias vitales la hacen diferente al resto. Es un personaje que se mueve de forma pasiva, pero avanza. Es una mujer valiente, pues en este estado, cualquier humano, más o menos fuerte, se daría por vencido. ¿Te imaginas tener que abrir las piernas ante un superior mientras posas tu cuerpo sobre su mujer? Muy sórdido.

Margaret Atwood desarrolla una narrativa impecable con esta obra en la que todo lujo de detalles están descritos en su justa medida, donde la narración y la imaginación del lector se compaginan a la perfección.

La obra invita a reflexionar sobre los estados totalitarios, los poderes públicos y privados y la vulnerabilidad de las mujeres frente a los hombres sin escrúpulos. La escritora deja asimismo un lugar para los hombres buenos y las mujeres malvadas, llevando a cabo una plasmación muy fiel del ser humano.

Roser Ribas, 2018.

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