Viaje al manicomio


Kate Millet
Fotografía: Hypérbole

Kate Millett, en su Viaje al manicomio, registró todos los pormenores en su mente. Estable por el poder del litio, inmortalizó y tradujo su depresión, tomó nota de lo que el fármaco produce y, no por ello, dejó de ser quien era.

Kate Millett fue una escritora feminista estadounidense, cineasta, escultora, filósofa, activista y profesora. Está considerada una autora clave del feminismo contremporáneo.

Y estaba loca. O eso decían ellos. O en eso llegó a dudar ella. Murió en 2017. Nos dejó una artista, una feminista verdadera, de aquellas que no odian a los hombres por el hecho de serlo, sino que solo pretende defender sus derechos. 

Viaje al manicomio es la poderosa e impactante historia personal de la lucha de Kate Millett para mantener el control de su vida tras ser diagnosticada como maniaco-depresiva. Tras dos breves internamientos en centros psiquiátricos, la artista, escritora y activista feminista comienza a vivir aterrorizada por la posibilidad de ser recluida de nuevo. Finalmente, su peor pesadilla se convierte en realidad y es internada durante un viaje a Irlanda por decisión de sus familiares. En estas memorias, Millett evoca magistralmente la montaña rusa de sentimientos que supone el trastorno bipolar (euforia y desesperación; paranoia e impotencia; la angustia y la vergüenza de saberse incapaz) y construye un alegato a favor de los derechos civiles de los enfermos mentales en la sociedad y la familia. Millett, que falleció el 6 de septiembre de 2017 provocando una ola de reacciones en el mundo artístico y feminista («la revolucionaria sexual», según El País), publicó su tesis Política sexual en agosto de 1970, donde ofreció una amplia crítica de la sociedad patriarcal en la sociedad occidental y la literatura.

Kate relata en esta obra su infierno, el ser una maníaco-depresiva el resto de tu vida, porque lo eres y, sobre todo, porque los de tu alrededor lo establecen. Tienes altibajos y la lías. Y te encierran, te administran los fármacos oportunos y reanudas tu vida. Esa es la rueda de la mentira.


Kate inicia su relato exponiendo su experiencia en La Granja, un lugar en el que pretendía dar cobijo a las mujeres jóvenes con dotes artísticas, junto a su querida Sophie, quien contribuyó a su encierro en Irlanda. Todo fue, por supuesto, en contra de su voluntad. Tan solo quería recuperar su cámara fotográfica, registrar con ella las injusticias de una época que, por suerte, ya en estos tiempos, empieza a mostrarse cuerda. Kate era una mujer diferente, una luchadora, una loca. 

Durante la depresión desaparece el mundo. El lenguaje mismo. No hay nada que decir. Nada. Ni comentarios triviales ni anéctodas. Nada puede arriesgarse a ser dicho. 

Eso dice Kate. Y entonces queda el litio, esa sustancia química que estabiliza tu mente y destroza tus órganos más preciados, incluso la mente. Tienes que tomarlo. Tienes que actuar y desempeñar tus funciones tal y como espera la sociedad que te rodea. ¿Alguna objeción al respecto? Si la respuesta es afirmativa te encerraremos. No cumples las normas establecidas porque eres una alienada. Te etiquetaremos. 

Cuando la víctima no es sino un resultado de la más absoluta cordura, puede darse por vencida si no es consciente. Y eso es difícil. Kate dudó y acabó sometiéndose al litio, reconociendo sus presuntos estados maniacos, perdonando a todos aquellos que aparentemente la ayudaron. Porque era diferente. Porque hubiera sido lo habitual en la sociedad actual. Porque los que estaban cerca no creyeron en ella. Estaba sola. Kate estaba sola ante la adversidad de una sociedad retrógrada, ignorante, conformista y cobarde. 

Tenéis que leer este experimento vinculado a la autoficción si creéis en el feminismo verdadero, en la mentira que protege esa institución psiquiátrica vinculada al imaginario de una cultura poco desarrollada. 

Por cierto, ¿alguien vio Alguien vóló sobre el nido del cuco?

Roser Ribas, 2019.

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