Ensayo sobre la ceguera



José Saramago
Fotografía: El Independiente

José Saramago, premio Nobel de Literatura en 1998, publicó tres años antes de su destacado reconocimiento Ensayo sobre la ceguera, una obra que ensalzo, por su indiscutible lucidez, en mi primera recomendación literaria.

No miento cuando digo que tras leerla y, sin buscar información sobre la misma, consideré que se trataba de una parábola dirigida a la sociedad. Por un lado, contribuye a que todos aquellos que todavía no estén ciegos confirmen sus explayadas sospechas y, por otro, quizá, a que aquellos que ya lo estén, reflexionen sobre su estado actual.

Englobándose en la narrativa de ficción, no por eso Saramago deja de realizar, con esta obra, una reflexión extensa sobre el ser humano, que bien podría incluirse asimismo en las estanterías donde se apoyan los libros que versan sobre sociología. El escritor conduce a los humanos a situaciones extremas para desvelar su propia naturaleza y, aunque se trate de algo fundamental en la narrativa para cumplir con sus expectativas, lo hace de una forma inusual, llevándolos a casi todos a la ceguera; defecto que en esta obra tiene, por sí mismo, no solo una traducción física, sino más bien sociológica.

Alguien, de forma inesperada e insólita, deja de ver todo cuanto tiene delante. Y esta ceguera es contagiosa. Esta ceguera es, además, inexplicable para los entendidos en la materia, quienes padecerán de lo mismo en cuanto tengan contacto con algún afectado de la dolencia indicada. Deben ya imaginarse lo que desencadena cierta dolencia en el mundo, siendo ésta aparentemente irreversible y contagiosa.

Lobo es el hombre para el hombre. Podría tratarse esta obra como una reafirmación de la obra de Plauto. No obstante, Séneca también tendría algo que decir, si bien, dentro del caos que crea Saramago, también existe alguien sagrado que es, en este caso, una mujer. Y de forma que cada uno interprete como le venga en gana, debe decirse aquí que se trata de la mujer de un oculista.

Ensayo sobre la ceguera es una obra amena que cualquiera puede disfrutar, devorando sus páginas como si no hubiera un mañana. Porque mañana es mañana, pero podría ser mejor si la mayoría no padecieran de la ceguera que tanto caracteriza a esta sociedad. 

Roser Ribas, 2018.

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