Desgracia


J.M. Coetzee
Fotografía: Mondadori

Hoy vengo a hablaros de la desgracia. De la desgracia de ser uno mismo, quizá. Coetzee fue premio Nobel de Literatura en 2003 destacando por su brillantez en su análisis sobre la sociedad sudafricana.

Esta obra de Coetzee no es como cualquier otra. La historia no es una estructura diseñada para que el personaje principal y la trama se equilibren totalmente entre sí y determinen un final cerrado que pueda encasillarse en una sola respuesta. En este sentido, la pregunta de la premisa es abierta y no está destinada a dar una lección al lector, sino a hacerle reflexionar sobre la vida misma y su propia identidad. Cabe decir que este tipo de obras son redondas, pues pierden su arrogancia y ganan humildad en su forma. No pretenden enseñar, sino mostrar.
David es el nombre del protagonista, quien reside en Ciudad del Cabo y se dedica a la enseñanza universitaria. A David no le sucede nada y, a su vez, le sucede todo. Un hecho tan inesperado como obligatorio, le impulsa hacia el origen de su conflicto interno, cuya resolución se encuentra definida en cada receptor, dependiendo de sus experiencias, personalidad e intuición.
Se podría englobar esta obra en el ámbito de la sociología y por algún motivo me ha recordado al extranjero de Albert Camus.
No digo nada y lo digo todo.

Roser Ribas, 2018

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