Orgullo y prejuicio


Jane Austen
Imagen: Vanguardia MX

Sigo adentrándome en los clásicos. En esta ocasión, me he permitido el lujo de leer Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, una edición ilustrada que ha pubicado la editorial Alba.

“Es una verdad universalmente aceptada que todo soltero en posesión de una gran fortuna necesita una esposa.” Así empieza Orgullo y prejuicio, una de las primeras comedias románticas de la historia de la novela, publicada, por primera vez, el 28 de enero de 1813.
El señor y la señora Bennett tienen cinco hijas, y el único objetivo de la madre es conseguir una buena boda para todas. Dos jóvenes ricos, el señor Bingley y el señor Darcy, aparecen en ese ambiente e inmediatamente se ven señalados como posibles maridos. Nueva traducción de la novela de Jane Austen con ilustraciones y capitulares de época. 

Si esta obra no fuese universalmente conocida o se evitara la sinopsis en su contraportada, no sabrías determinar quién es la protagonista de la historia al iniciar su lectura. Uno de los elementos reseñables en este tipo de obras es el diseño de los personajes. Hay un gran número de ellos y cada uno se muestra en detalle; su construcción es admirable, se ha llevado a cabo con mimo, y el trabajo que se expande tras el telón es indiscutible. La complejidad de la estructura es un gran ejemplo si te apasiona la literatura y quieres aprender a contar historias. 

Orgullo y prejuicio lo tiene todo. Tiene personajes, trama y tema central. Digo que lo tiene todo porque no cojea en ninguno de estos elementos narrativos. En cuanto a los personajes, están tan bien construidos que se hace imposible dudar de sus acciones. En este sentido, no adivinas, pero sí anticipas. Y, además, no se quedan en lo obvio, sino en lo inevitable. Primera norma de la narrativa superada. En cuanto a la trama, ésta parte de una sencillez exquisita, del arquetipo vinculado al amor, pero se extiende a través del entorno, creando así subtramas que acompañan a la principal, que van cerrándose conforme avanza la historia con una elegancia sublime. Y en relación a su tema central, se define en el título, ese orgullo y prejuicio que define a ambos protagonistas, porque por mucho que desde un punto de vista narrativo no puedan existir dos personajes principales, en esta ocasión sí que hay un segundo. Uno alimenta al otro y ambos experimentan ese arco de transformación esencial. 

Elisabeth Bennet es digna de prejuicios y Darcy de orgullo. La escritora dilata sus defectos para que se conviertan en un amor mutuo no deseado. Puede que cedan ante sus principios. O puede que no. Esa es la pregunta de la premisa que se cierra al finalizar la lectura. Si a todo lo dicho le sumamos que se escribe en un contexto histórico en el que las mujeres son un objeto de intercambio económico, la obra, además de ser uno de los pilares de la literatura, es valiente y transgresora, pues su protagonista cuestiona los valores morales establecidos y danza en el terreno a través de unos propios, aunque se equivoque y aprenda, como todos. 

Roser Ribas, 2019.

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